10 noviembre 2014

Gastrocuriosidades: el mejor whisky del mundo, ahora de origen japonés

Al reputado whisky de malta escocés le ha salido un duro competidor: El "agua de vida",  con denominación de origen japonés ha conseguido desbancar al rey de los destilados y coronarse como el mejor del mundo, según la edición de 2015 de la guía británica "La biblia del whisky".
Y no es algo de nueva creación pues el whisky comenzó a producirse comercialmente en Japón en los años veinte de la mano de Masataka Taketsuru (1894-1979), un estudiante que se desplazó a Glasgow para instruirse en química orgánica y que, cautivado por la bebida espirituosa, terminó además estudiando el arte de la fabricación del whisky.


Procedía de una familia adinerada propietaria de una gran empresa productora de sake la cual en 1923 le pidió que construyera la primera destiladora de Whisky en la ciudad de Yamazaky, a las afueras de Kyoto. Años mas tarde decidió separarse y abrir su propia destilería, que actualmente ocupa el puesto nº 2 como mayor productora de whisky de todo Japón.

Actualmente solo supone el 5% de las ventas totales a nivel mundial aunque estemos hablando del tercer país que más whisky produce. Gran parte de esta bebida se destina a la importación y distribución en el país. Tan solo el 2,5% de las bebidas espirituosas se exporta al extranjero en el país nippon.

Tanto es el interés que ha generado la industria dentro del propio país, que incluso la cadena de televisión japonesa NHK decidió basar su nuevo serial matinal, el de máxima audiencia, en las vidas de Taketsuru y su mujer de origen escocés.


Actualmente, ocho destilerías se encuentran activas en Japón, incluyendo la de Yamazaki y la de Chichibu, la primera nueva destilería abierta desde los años setenta e inaugurada en 2008.

Hay que puntualizar que parte del éxito dela bebida proviene del micro-clima que tiene la zona media de Japón, que es similar al clima escoces. Además, el agua pura de las montañas beneficia mucho a la producción de una bebida de calidad.

Por: Mario
Fuentes: eleconomista.com

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